La conocí a través de una amiga en común. Su relación se remontaba a los tiempos del instituto y Lucía me contó que Marina, siempre me gustó ese nombre, no pasaba por un buen momento. Estaba decaída, triste y lloraba con facilidad. Su matrimonio no había funcionado y estaba en trámites de separación. Su entorno estaba dividido entre los que apoyaban a su expareja y a ella. Intentaba animarla pero se encontraba pérdida y desorientada entre comentarios y buenos consejos.
El primer día que vi a Marina ya me impresionó, parecía una «It girl», alta, guapa y con mucho estilo. Encantadora, inteligente y derrochando energía a pesar de estar en horas bajas. Así la definiría a primer golpe de vista.
Sin embargo, había muchas más cosas detrás de esa increíble fachada.
Quizás uno de sus puntos más débiles era su impulsividad. Cualquier idea, pensamiento o sentimiento lo expresaba sin pudor, sin importar donde, ni con quien. En contrapartida, su lucha entre lo que quería lo que debía, le proporcionaba bastantes dolores de cabeza. Como consecuencia, nunca se encontraba satisfecha, era como si al final hubiera dejado de tener valor.
También estaba el sentimiento de culpa. Por no satisfacer a su entorno, a los que quería, a ella misma…. En ocasiones, emprendía una huida hacia adelante, sin saber muy bien el propósito de la misma.
Su red de apoyo social era buena, muchos la querían. Sin embargo, tengo dudas respecto a que todos conocieran la verdadera naturaleza de Marina. Al exterior mostraba fuerza y decisión, pero por otro lado ocultaba su sensibilidad, su necesidad de afecto y sus dudas. El pasado le pesaba y aún debía de liberarse de muchas cargas del mismo, que frecuentemente volvían a su mente poniendo en «jaque» sus convicciones.
Suelo proponer a la gente que escriba sobre sus pensamientos, ideas o temas que proponemos en nuestras conversaciones. Resulta un buen método de introspección, a veces aflora el subconsciente revelando verdades que no somos capaces de reconocer y al verlo impreso, tomamos nota de aquello que….por miedo u otros motivos no hemos sido capaces de verbalizar. Ella sin duda, hizo un trabajo realmente bueno. Se expresaba con sinceridad, sin tapujos, ni justificaciones, revelando, «revelándose», muchas verdades guardadas hasta entonces.
Sonrío al recordar, que comentábamos que se podría hacer un gran libro de sus pensamientos.
Minimizaba sus habilidades, que eran muchas, por sus dudas y errores anteriores, sin darse opción a potenciar y resaltar todo lo bueno que había en ella. Por lo que seguía corriendo en dirección a ninguna parte.
El cambio no es tarea fácil. Estamos anclados en nuestras ideas, socialmente aceptadas y adquiridas a través del tiempo, que nos proporcionan seguridad y estabilidad. Por lo que modificar ciertos aspectos supone, mover la tierra bajo nuestros pies. Adquirir otra perspectiva y automatizar nuevas formas de ver el mundo e interpretar y dirigir nuestros pasos, es el reto. Esto no significa renunciar a ser uno mismo, se trata de optimizar lo mejor que hay en nosotros, sintiéndote bien con uno mismo y su entorno.
Marina trabajó duro, aflorando sus miedos e inseguridades. Afrontando nuevos retos y solucionado temas pendientes que requerían punto y final. Aprendió a disfrutar de ella misma, aceptarse tal como era, a pesar de convencionalismos u opiniones de otros. Se abrió a su familia, compartió con ellos lo que hasta el momento había estado vetado. Decidió que siempre es un buen momento para empezar de nuevo. Que las nuevas oportunidades no debían estar condicionadas por historias del pasado, y como tales, había que lucharlas con el mismo entusiasmo de la primera vez.
Para ser fantástic@ y maravillos@ hay que saber que la vida es una carrera de fondo. Requiere: tiempo y dedicación. Creo que no lo ha olvidado, que «resetea» de vez en cuando y sigue en pos de sus sueños.
Trabajos realizados
– Resolución del sentimiento de culpa
- Reconocimiento de Ideas Irracionales
- Mejora de la Asertividad
- Mejora del Autoconcepto
- Establecimiento de límites
- Concentrarse en lo que es realmente importante y no dispersarse en mil cosas
- Autocuidado